El buen hijo de You-Jeong Jeong
Se me aceleró el pulso. La desesperación que me bullía en el estómago ascendió al esófago. prorrumpí en gruñidos, que enseguida se conviertieron en risas yretumbaron en el piso inundado de sangre. Noté que un líquido me corría por las mejillas y la barbilla. ¿Sudor? ¿Sangre? ¿Lágrimas? Era un asesino. Había matado a mi propia madre. Esa era la espantosa verdad que había sacado a la luz después de haber pasado por el pánico, la ansiedad y el esfuerzo.
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