El chocolate no hace preguntas de Yolanda Quiralte
Aurora no recordaba haberse drogado en su puñetera vida y, sin embargo, allí, en ese pequeño lugar, rodeada por las cosas de Maika, se sentía como extasiada, feliz, tranquila, protegida, como si hubiera viajado a una dimensión extraña en la que podía quitarse máscaras y caretas y ser ella misma.
|