Duro como el agua de
Yan Lianke
En la revolución, como en la guerra, los sacrificios de unos pocos pueden conseguir la paz y la prosperidad de muchos, incluso de un país entero. Ya lo dijo Lenin, la guerra puede sumir a los países (o lugares, como Chenggang) más civilizados y desarrollados en el hambre. Sin embargo, al mismo tiempo, en el gran proceso histórico, la guerra ha acelerado con una velocidad inigualable el desarrollo social. La guerra despierta a los pueblos; penurias y dolores sin precedentes hacen que el pueblo se levante. Las revoluciones han ocasionado guerras y estas, a su vez, han impulsado la revolución, así es como la historia ha avanzado hasta nuestros días, veloz como una locomotora.