Macbeth de William Shakespeare
Duncan está aquí con doble confianza: primero, porque soy su pariente y su súbdito, cosas fuertes, amabas, contra tal acción: además, como anfitrión, debería cerrar la puerta contra el asesino y no usar el puñal yo mismo. Además, este Duncan ha usado sus poderes con tal bondad, ha sido tan claro en su gran dignidad, que sus virtudes argüirán como ángeles de lengua de trompeta en contra de la profunda condenación de eliminarle: y la Compasión, como un desnudo niñito recién nacido que cabalga el huracán, o los querubines del Cielo, cabalgando en los invisibles corceles del aire, soplarán a todos los ojos el horrible hecho, de tal modo que las lágrimas inundarán el viento. Yo, para punzar los flancos a mi intento, no tengo más espuela que la elevada Ambición, que salta demasiado alto y me arroja al otro lado...
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