Sapphira y la joven esclava de Willa Cather
En la profunda quebrada de más abajo, un arroyo de montaña descendía en torrente color café, arrojando cristalinos arcoíris allí donde gorgoteaba sobre los saltos en la roca. En la pronunciada ladera que se alzaba al otro lado del arroyo, los altos árboles del bosque estaban aún desnudos, y las hojas de roble se mostraban poco más grandes que la oreja de una ardilla. Desde el interior del desnudo bosque gris se abrían paso las retorcidas ramificaciones del cornejo salpicadas de brotes blancos.
|