Cuentos de amor victorianos de Wilkie Collins
—El amor —exclamó—, aunque no lo recordemos a menudo, tiene un extenso vestuario. No todo el mundo puede llevar sus más ricos atavíos… y tú y yo no podemos. Alegrémonos de que nos ofrezca alguno de sus ropajes, pues, sin su caridad, iríamos desnudos.
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