Hojas de hierba de Walt Whitman
[...] dame, pues, tu acento, oh, muerte, para acomodarme a él, entrégate a mí, porque veo que eres mía por encima de todas las cosas, y que os habéis unido inseparablemente, amor y muerte; no dejaré que me sigas oprimiendo con lo que llamaba vida, porque me ha sido revelado que constituyes el significado esencial, que te ocultas, por alguna razón, en estas cambiantes formas de vida, que existen fundamentalmente por ti, que surges de ellas y permaneces, realidad verdadera, que, tras la máscara de la materia, esperas, paciente, lo que haga falta, que algún día, quizá, lo domines todo, y disipes todo este despliegue de apariencias, y seas la razón de todo, aunque no dure demasiado; pero tú sí durarás. |