Las aventuras de la abeja Maya de Waldemar Bonsels
En lo alto del cielo, algo oculto por las hojas de la rama de un haya, había un disco de plata, relleno y claro, del que caía la luz que embellecía todo el mundo. Solo entonces Maya se dio cuenta de que alrededor de la luna ardían en el cielo un sinfín de lucecitas, firmes y claras, más hermosas y más serenas que todo lo que había visto brillar hasta entonces. No sabía qué hacer de felicidad por estar viendo la noche, la luna y las estrellas y sus encantadoras maravillas. Tan solo había oído hablar de ello y nunca lo había creído del todo.
|