Lolita de Vladimir Nabokov
Yo era un muchacho fuerte y sobreviví; pero el veneno estaba en la herida y la herida permaneció siempre abierta.
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Lolita de Vladimir Nabokov
Yo era un muchacho fuerte y sobreviví; pero el veneno estaba en la herida y la herida permaneció siempre abierta.
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Lolita de Vladimir Nabokov
¿Sabes?... Lo espantoso de morirse es que se queda uno tan librado a sí mismo.
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Lolita de Vladimir Nabokov
Es curioso lo difícil que resulta esconder cosas, sobre todo cuando se tiene una mujer que pasa el tiempo bregando con los muebles.
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Lolita de Vladimir Nabokov
De vez en cuando, aprovechaba las relaciones que había hecho con sociólogos y psicólogos para visitar en su compañía varias instituciones, tales como orfanatos y reformatorios, donde podían contemplarse pálidas jóvenes pubescentes de pestañas gruesas con una impunidad perfecta como la que se nos está asegurada en sueños.
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Lolita de Vladimir Nabokov
Entre los límites de los 9 y los 14 años, surgen doncellas que revelan a ciertos viajeros embrujados dos o más veces mayores que ellas, su verdadera naturaleza no humana sino ninfica (o sea demoníaca), propongo llamar NINFULAS a esas criaturas escogidas.
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Lolita de Vladimir Nabokov
Until I could safely marry my little Creole: for I must confess that depending on the conditiion of my glands and ganglia, I could switch in the course of the same day from one pole of insanity to the other - from the thougt that around 1950 I would have to get rid somehow of a difficult adolescent whose magic nymphage had evaporated-to the thought that with patience and luck I might have her produce eventually a nymphet with my blood in her exquisite veins, a Lolita the Second, who would be eight or nine around 1960, when I would still be danse la force l'âge; indeed, the telescopy of my mind, or un-mind, was strong enough to distinguish in the remoteness of time a vieillard encore vert - or wast it green rot?-bizarre, tender, salivating Dr. Humbert, practicing on supremely lovely Lolita the Third the art of being a granddad.
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Lolita de Vladimir Nabokov
Es extraño que el sentido del tacto, tan infinitamente menos precioso para los hombres que la vista, se convierta en los momentos críticos en nuestro principal –si no único– asidero de la realidad.
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Lolita de Vladimir Nabokov
(…) y en la cúspide misma de esa ternura humana, agonizante, generosa –mi corazón estaba pendiente de su cuerpo desnudo, ya en vías de arrepentimiento–, súbitamente, irónicamente, horriblemente, el deseo se henchía de nuevo y... oh, no, decía Lolita con un suspiro al cielo, y un momento después la ternura y el azul… todo estallaba.
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Lolita de Vladimir Nabokov
Te quería. Era un monstruo pentápodo, pero te quería. Era despreciable y brutal, y depravado y cuanto podía imaginarse, mais je t’aimais, je t’aimais! Y había momentos en que sabía cuanto pasaba por ti, y saberlo era el infierno (…)
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Lolita de Vladimir Nabokov
(…) me impresionó el hecho de que sencillamente no sabía una palabra sobre el espíritu de mi niña querida, y que sin duda, más allá de los terribles clichés juveniles, había en ella un jardín y un crepúsculo y el portal de un palacio: regiones vagarosas y adorables, completamente prohibidas para mí, ajenas a mis sucios andrajos y a mis convulsiones.
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Lolita de Vladimir Nabokov
No puedo describir exactamente esa expresión… Una expresión de desamparo tan perfecto que parecía diluirse hacia una apacible vacuidad, precisamente porque ése era el límite mismo entre la injusticia y la frustración –y cada límite presupone algo tras él–; de allí la iluminación neutra.
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Lolita de Vladimir Nabokov
(…) para gozar en paz de mis fantasmas resolví firmemente ignorar lo que no podía dejar de percibir, el hecho de que no era el novio de Lo, ni un hombre arrebatador, ni un muchacho, ni siquiera una mera persona, sino tan sólo dos ojos y una libra de carne…, para mencionar únicamente cosas mencionables.
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Lolita de Vladimir Nabokov
Pero, ay, me sentía incapaz de trascender el simple hecho humano de que ningún solaz espiritual que pudiera encontrar, ninguna eternidad litofánica que pudiera entregárseme, nada podía hacer que mi Lolita olvidara la insensata lujuria que le había contagiado.
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Lolita de Vladimir Nabokov
Y al fin me encontré en medio de la llovizna del día moribundo, con los limpiaparabrisas en pleno funcionamiento, pero incapaces de detener mis lágrimas.
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Lolita de Vladimir Nabokov
Bueno, no mañana, desde luego, ni pasado mañana, pero… Bueno, algún día, si quieres venirte a vivir conmigo… Crearé un nuevo Dios y le agradeceré con gritos desgarradores si me das una esperanza microscópica.
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Lolita de Vladimir Nabokov
Poco importa que sus ojos se marchitaran en los de un pez miope, que sus pezones se hincharan y rajaran, que su triángulo delicado, encantador, aterciopelado, joven, se ensuciara y desgarrara… aun así me enloquecería de ternura con sólo ver tu querido rostro pálido con sólo oír tu voz juvenil y ronca, mi Lolita.
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Lolita de Vladimir Nabokov
Insisto en que el mundo sepa cuánto quería a mi Lolita, a esa Lolita, pálida y manchada, con otra niña en su vientre, pero siempre con sus ojos grises, siempre con sus pestañas negras, siempre castaña y almendra, siempre mi Carmencita, siempre mía. Changeons de vie, ma Carmen, allons vivre quelque part ou nous ne serons jamais séparés.
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Lolita de Vladimir Nabokov
La miré y la miré, y supe con tanta certeza como que me he de morir, que la quería más que a nada imaginado o visto en la tierra, más que a nada anhelado en este mundo. No era sino el vago humo violeta, el eco muerto de la nínfula sobre la cual me había arrojado con tales gritos en el pasado; un eco a la orilla de un barranco rojo, con un bosque lejano bajo un cielo blanco, y hojas pardas ahogándose en el arroyo, y un último grillo sobre la crespa maleza…, pero gracias a Dios, no era sólo ese eco lo que yo había venerado. Lo que yo solía acariciar entre las zarzas enmarañadas de mi corazón, mon grand péché radieux, se había agostado: vicio estéril y egoísta, yo lo anulaba, lo maldecía.
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Lolita de Vladimir Nabokov
Me observó como haciéndose cuenta del hecho increíble, y de algún modo tedioso, confuso, innecesario, de que ese valetudinario distante, elegante, esbelto, cuarentón, de chaqueta de terciopelo que estaba sentado junto a ella, había conocido y adorado cada poro y folículo de su cuerpo pubescente.
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¿De qué nacionalidad es el autor de esta novela?