Apegos feroces de Vivian Gornick
Era incapaz de ver que su infelicidad persistente constituía una acusación y una crítica. «Tú», decía con cada suspiro de resentimiento, «tú no eres la adecuada. Tú no puedes proporcionar consuelo, ni placer ni mejora. Pero tú eres mi más preciado tesoro. La tarea que te ha sido encomendada es la de entender, tu destino es vivir sabiendo que no bastas para sanar mi vida de sus carencias».
|