La señora Dalloway (Clásicos Ilustrados) de Virginia Woolf
A pesar de todo, el sol seguía calentando. A pesar de todo, los malos momentos se superaban y la vida conseguía que los días fueran sumándose.
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La señora Dalloway (Clásicos Ilustrados) de Virginia Woolf
A pesar de todo, el sol seguía calentando. A pesar de todo, los malos momentos se superaban y la vida conseguía que los días fueran sumándose.
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Una habitación propia de Virginia Woolf
Las obras maestras no son realizaciones individuales y solitarias; son el resultado de muchos años de pensamiento común, de modo que a través de la voz individual habla la experiencia de la masa.
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Las olas de Virginia Woolf
En un mundo que contiene el presente momento, ¿a santo de qué distinguir? A nada debemos dar nombre, no sea que al hacerlo lo alteremos. Dejemos que todo exista, que exista esta orilla, que exista esta belleza.
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Una habitación propia de Virginia Woolf
Durante todos estos siglos, las mujeres han sido espejos dotados del mágico y delicioso poder de reflejar una silueta de un hombre de tamaño doble del natural...Por eso, tanto Napoleón como Mussolini insisten tan marcadamente en la inferioridad de las mujeres, ya que si ellas no fueran inferiores, ellos cesarían de agrandarse.
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La señora Dalloway (Clásicos Ilustrados) de Virginia Woolf
Y, además, después de todo, quizá Dios no existiera.
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La señora Dalloway (Clásicos Ilustrados) de Virginia Woolf
Pero con Peter había que compartirlo todo, había que examinarlo todo, y era intolerable. Por eso tuvo que romper con él cuando se produjo aquella escena en el jardincito junto a la fuente, ya que, de lo contrario, se hubieran destruido, hubiera sido desastroso para los dos, estaba convencida; aunque durante años había llevado consigo el dolor y la angustia como una flecha clavada en el corazón;
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Una habitación propia de Virginia Woolf
Más que nada, viviendo como vivimos de la ilusión, quizá lo más importante para nosotros sea la confianza en nosotros mismos. Sin esta confianza somos como bebés en la cuna. Y ¿cómo engendrar lo más de prisa posible esta cualidad imponderable y no obstante tan valiosa? Pensando que los demás son inferiores a nosotros. Creyendo que tenemos sobre la demás gente una superioridad innata, ya sea la riqueza, el rango, una nariz recta o un retrato de un abuelo pintado por Rommey, porque no tienen fin los patéticos recursos de la imaginación humana...
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Las olas de Virginia Woolf
Ignoro si la vida es esto o lo otro. Voy a mezclarme con la heterogénea multitud. Quiero balancearme, ser azotada, subir y bajar, como un buque en la mar.
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Las olas de Virginia Woolf
Más allá ruge el mar. Está fuera de nuestro alcance. Sin embargo, ahí me aventuro. Allá voy, para llenar mi vaciedad, para prolongar mis noches y llenarlas más y más con sueños.
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Una habitación propia de Virginia Woolf
No necesito odiar a ningún hombre; no puede herirme. No necesito halagar a ningún hombre; no tiene nada que darme.
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Las olas de Virginia Woolf
A veces pienso que no soy una mujer, sino la luz que ilumina esta verja, esta tierra. Soy las estaciones, pienso a veces, enero, mayo, noviembre, el barro, la niebla, el alba.
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Orlando de Virginia Woolf
Recordó que cuando era hombre exigía que las mujeres fueran obedientes y castas, que aparecieran perfumadas y exquisitamente ataviadas. "Ahora tendré que pagar en carne propia por esas exigencias".
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Una habitación propia de Virginia Woolf
Cierren sus bibliotecas si quieren; pero no hay puertas, ni cerraduras, ni cerrojo que cierre la libertad de mi espíritu.
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El lector común de Virginia Woolf
La mayor parte de cualquier biblioteca no es más que el registro de semejantes momentos efímeros en las vidas de hombres, mujeres y burros. Toda literatura, cuando envejece, tiene su pila de desperdicios, su registro de momentos desvanecidos y vidas olvidadas contadas con acentos débiles y entrecortados que han perecido. Pero si nos abandonamos al placer de leer desperdicios quedaremos sorprendidos, es más, sobrecogidos por las reliquias de vida humana que se han desechado para que se pudran.
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La señora Dalloway (Clásicos Ilustrados) de Virginia Woolf
En cuanto a sus recuerdos, la mayoría eran de lo felices que habían sido juntos.
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Una habitación propia de Virginia Woolf
Cierra con llave tus bibliotecas, si quieres, pero no hay barrera, cerradura ni cerrojo que puedas imponer a la libertad de mi mente.
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Una habitación propia de Virginia Woolf
Cierra con llave tus bibliotecas, si quieres, pero no hay barrera, cerradura, ni cerrojo que puedas imponer a la libertad de mi mente.
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Las olas de Virginia Woolf
Cogeré mi angustia y la dejaré sobre las raíces, bajo las copas de las hayas. La examinaré y la cogeré con las puntas de los dedos.
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Orlando de Virginia Woolf
Una cosa es el verde en la naturaleza y otra en la literatura. La naturaleza y las letras parecen tenerse una natural antipatía; basta juntarlas para que se hagan pedazos.
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La Señora Dalloway de Virginia Woolf
Pero el futuro de la civilización está, pensó, en manos de jóvenes así; de jóvenes como había sido él hacía treinta años; con su amor por los principios abstractos, haciendo que le enviaran libros desde Londres hasta un pico en el Himalaya, leyendo libros de ciencia, leyendo libros de filosofía. Él futuro está en manos de jóvenes así.
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Su nombre de nacimiento es: