Flush de Virginia Woolf
El Amor lo encandiló con su antorcha, pasándosela ante los ojos; oyó el cuerno de caza de Venus. Antes de haber salido de la edad cachorril, ya Flush era padre. Si un hombre se hubiera conducido así en 1842, su biógrafo le hubiese hallado quizás alguna disculpa; de haber sido una mujer, no habría habido disculpa posible y su nombre habría desaparecido, borrado por la ignominia.
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