Los sorrentinos de Virginia Higa
Estaban acostumbrados a los insultos en napolitano, con vocales muy abiertas, y los insultos en francés les sonaban ridículos e inofensivos como los ladridos de un perrito.
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Los sorrentinos de Virginia Higa
Estaban acostumbrados a los insultos en napolitano, con vocales muy abiertas, y los insultos en francés les sonaban ridículos e inofensivos como los ladridos de un perrito.
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