Contra la fuerza del viento de Victoria Álvarez
Cuando dio el primer mordisco y sintió que la crema que había dentro del bombón le inundaba la boca, y las criadas le enjuagaron el pelo con agua caliente y la sacaron de la bañera para envolverla en una toalla esponjosa y suave, pensó por primera vez que podría acostumbrarse a todo aquello. Que no seguiría cuestionándose el por qué de aquellos placeres mientras los pudiera tener al alcance de la mano...
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