Nuestra Señora de París de Victor Hugo
Lo que amaba del edificio materno por encima de todo, lo que despertaba su alma y le hacia abrir sus pobres alas, que esta mantenía tan miserablemente replegadas dentro de su caverna, lo que a veces le hacia feliz era las campanas. Las amaba, las acariciaba, les hablaba, las comprendía.
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