Lívidos de Víctor Conde
Cuando Dolores entró por fin en el recibidor el frio se hizo más intenso. Las bombillas titilaron y la madrea de las vigas del techo crujió levemente. Todos se percataron. Todos se la quedaron mirando. Ella aún estaba en el marco de la puerta. Solo un pie había cruzado el umbral. -Parece que hemos escogido el lugar adecuado (…). |