Soledad de Víctor Català
‘Soledad’ es uno de esos títulos que prometen exactamente aquello que vas a encontrar. Una obra intimista que gira en torno a los sentimientos de aislamiento, desamparo y nostalgia (soledad, vaya) de Mila. Una mujer que, tras casarse, debe trasladarse con su esposo a una remota ermita en la montaña. Allí, Mila vive un viaje interior de autoconocimiento, descubrimiento y crecimiento, con ascensos y descensos, con picos y valles. La falta de conexión con su marido, que tiene más de objeto que de persona, engrandece las relaciones de Mila con otras personas y que cambiarán su forma de mirar. Son precisamente estos personajes secundarios los que regalan capas y capas de profundidad a esta novela, dotándola con costumbrismo y crítica social, y dándole un aún más valor para quienes, como yo, se deleiten con las supersticiones, leyendas e invenciones varias típicas de las zonas rurales. A pesar de la narración tranquila y con pocos sucesos, en el último tercio, todo se acelera. Mi consejo: no hagáis planes para ese día. No os podréis despegar del libro hasta acabarlo. Imposible no destacar el papel de la montaña en la obra, más allá de ser la localización donde todo sucede, es un personaje más, es la protagonista. Gracias a la magistral narración de la autora, la montaña es un reflejo del interior de Mila, abrupta y amenazadora cuando siente miedo; bella como ninguna en los días más felices; inaccesible cuando pesa la soledad. Me atrevo a decir que ‘Soledad’ es una joya de la literatura. Duele pensar que haya tenido tan poco recorrido hasta ahora fuera de Cataluña (gracias @trotalibros por dar la oportunidad de leerla en español). No tengo dudas de que, si hubiera sido escrita en inglés o francés, en lugar de en catalán, sería mundialmente conocida y no faltaría en ninguna lista de clásicos imprescindibles. Aunque el estilo de la autora no puede ser más bello (en serio, las descripciones son pura poesía), no es una lectura que pueda calificar como fácil. Ha requerido toda mi concentración (y un diccionario) para disfrutarla al máximo y es que el lenguaje es vehículo conductor para llevarte a otro tiempo, a otro lugar. Si soléis leer clásicos, no tendréis ningún problema, pero reconozco que agradezco haberla leído ahora y no el instituto porque, para mi al menos, requiere cierta madurez lectora. Atmosférica, sensorial, feminista, introspectiva… con un final que te deja la piel de gallina. ¡Bravísima, Caterina Albert (Víctor Catalá)! |