La mujer sin nombre de Vanessa Montfort
Para su sorpresa, se la encontró llorando delante del tocador escribiendo con carmín sobre su reflejo "no sirves para esto". El hombre enternecido por aquella criatura indefensa y genial, le ofreció con los dedos temblones su pañuelo: "Querida, te voy a dar un consejo que a mí me ha servido mucho. A partir de hoy no leas las críticas. Sólo trabaja, estudia y fórmate.
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