Jacob, Jacob de Valérie Zenatti
Aplastado por un peso invisible, se deja resbalar por la pared, se le despellejan las manos, se las lame hasta saciar la sed, el sabor insípido de la sangre le anega la garganta, el lecho del río está vacio, reseco, en su lugar no queda más que una larga cicatriz, una cinta de tierra cuarteada, picada de regueros de guijarros.
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