Una obsesión perversa de V. E. Schwab
«Ahora, igual que entonces, se contuvo, esforzándose por olvidar que tenía un poder que podía usar contra los demás, un capricho afilado como el cristal. Ahora, igual que entonces, les ordenó a su cuerpo y a su mente que se aquietaran, que se calmaran. Y ahora, igual que entonces, cuando cerró los ojos y buscó el silencio, surgió una palabra, un recordatorio de por qué no podía darse el lujo de romperse; un desafío, un nombre.»
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