Una canción salvaje de V. E. Schwab
—No eres humano —repuso Kate. Pero sus palabras no tenían maldad. Empezó a subir al automóvil, pero August extendió una mano y le tomó los dedos sobre la puerta. Kate no los apartó. Él, tampoco. Fue apenas un momento, pero tuvo importancia. August se dio cuenta, aún en medio de la confusión. |