Los desposeídos de Ursula K. Le Guin
(Shevek) Pasaba la jornada entera de trabajo esperando la noche para estar a solas y pensar, pero en el instante en que llegaba a la tienda-dormitorio después de la cena, empezaba a cabecear y dormir como una piedra hasta el amanecer, y nunca le cruzaba por la mente un solo pensamiento.
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