Timothy Truman

Era una tierra sombría que parecía contener todos los vientos, las nubes y los sueños que rehúyen el sol con ramas desnudas repiqueteando bajo solitarios vientos, y la absoluta presencia de los oscuros y melancólicos bosques, que ni siquiera el pálido e infrecuente sol era capaz de iluminar, pues apenas pintaba sombras menudas a los hombres. La llamaban Cimmeria, tierra de oscuridad y noche profunda.

El cielo, azul, se confundía con el mar, también azul... un terciopelo suave y oscuro salpicado de estrellas y de su reflejo. Soñaba que flotaba en el aire, a caballo entre ambos... había estrellas encima de mí y debajo. Conan estaba grabado vagamente en la oscuridad, como un remero fantasma que boga por el oscuro lago de la muerte.

Merecía la pena morir por la vida que se llevaba en el fértil valle de Gaul. Merecía la pena defenderla. Porque has de saber que el "rey" era más que un guerrero... y no solo luchaba por lindes y fronteras...

A su alrededor solamente se oían los gritos de los heridos y las lastimosas plegarias de los moribundos. El olor del sudor de los caballos, de la orina y de la sangre. Esta nueva vida le iba a gustar.

¿Por qué debería quedarme en el pasado cuando puedo soñar con las cosas que aún no he visto? Sin embargo, nunca me ha dado reparo contar una historia; especialmente, cuando tengo la copa llena de vino... ¡y toda una jarra por terminar!

Mi reinado toca a su fin, Crassus. Lo que haga ahora, lo haré por mis súbditos... por Aquilonia... y, por ventura, con un propósito mayor.