Salvada de Tillie Cole
Me sentí fatal al verla tan cohibida, pero cada vez que parecía avanzar y alejarse de las gilipolleces del profeta de mierda, hacía algo que me provocaba ganas de arrancar cabezas, me cabreaba y la asustaba. Cada vez que dábamos un paso hacia delante, luego venían dos hacia atrás. La secta de los cojones le había lavado el cerebro a conciencia. |