Guardianes del futuro de Thomas Taylor
Mientras los tres Caminantes en sueños miraban desde su escondite, el chico que un día sería rey avanzó con pasos inseguros, antes de detenerse a unos veinte pasos del gigante. Los guerreros filisteos se estaban tronchando de risa y proferían insultos contra los israelitas y su diminuto campeón. Ese otro David, que sólo llevaba una sencilla túnica blanca y sandalias, muy parecidas a las de Petra, iba armado con sólo una honda que colgaba de una mano. Con la otra, palpaba una bolsita de huesos. Parecía reticente a estar ahí solo, expuesto tanto a un gran peligro como a un gran ridículo, pero también se mostraba desafiante, con la cabeza alta. Instintivamente, David sintió simpatía por él. |