Delicioso de
Sherry Thomas
Y aquel era el peligro de madame Durant y de su cocina. No le preocupaba que fuera deliciosa, sino su poder evocador, que lo hacía trascender la comida. El redescubrimiento del gusto era tan peligroso como había temido, pues despertaba en el otros deseos, añoranza de todo lo que no tenía, de todo cuanto había amado y había intentado mantener a su lado y, sin embargo, había perdido.
Había deseado retenerla ella, por supuesto; siempre a ella. A su madre,que le prometió que lo visitaría a menudo y jamás lo hizo. A su hermano, que en otro tiempo había sido un hermano y no un enemigo. Los había amado a todos, los había perdido a todos, habían desaparecido dejándolo solo para recordarlos en la oscuridad de la noche, hambriento por mucho que comiera.