La muerte en Venecia de Thomas Mann
El sol aturdía y embrujaba el intelecto y la memoria de tal forma que el alma, arrebatada, olvidaría por completo su propia situación, quedando como suspensa y embargada en la contemplación del más bello de los objetos que el sol ilumina; en efecto, sólo merced a un cuerpo conseguiría entonces elevarse a más altas consideraciones.
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