La montaña mágica de Thomas Mann
Ah, sí, la ironía. Guárdese usted de la ironía que aquí se cultiva. Guárdese en general de esa actitud del espíritu. Allí donde no sea una forma directa y clásica de retórica perfectamente inteligible para un espíritu sano, se convierte en una aberración, en un obstáculo para la civilización, en el vicio.
|