Dos en una torre de Thomas Hardy
"Ahí yacía Swithin, como un Antinoo, ni amoroso ni galante, sino un cándido filósofo. Sus labios abiertos no hablaban de amor, sino de millones de kilómetros; sus ojos no miraban habitualmente en las profundidades de otros ojos, sino en las de otros mundos. Dentro de sus sienes no moraban pensamientos de mujeres bellas, sino de cuestiones estelares y de la configuración de las constelaciones."
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