El caballero doble de Théophile Gautier
Gautier trae una leyenda noruega sobre la dualidad de las personas, sobre las luchas con uno mismo. Un cuento fantástico, tanto por el fondo como por las ilustraciones que lo acompañan.
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El caballero doble de Théophile Gautier
Gautier trae una leyenda noruega sobre la dualidad de las personas, sobre las luchas con uno mismo. Un cuento fantástico, tanto por el fondo como por las ilustraciones que lo acompañan.
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La novela de la momia de Théophile Gautier
Una vez retirado el último obstáculo, la joven se dibujó en la casta desnudez de sus hermosas formas, conservando, a pesar del paso de tantos siglos, toda la redondez de sus contornos, toda la gracia cimbreña de sus lineas puras. Su postura, poco frecuente entre las momias, era la de la Venus de Médicis, como si los embalsamadores hubiesen querido quitarle a aquel cuerpo encantador la triste actitud de la muerte, y suavizar para él la inflexible rigidez del cadáver. Una de sus manos velaba a medias su seno virginal, la otra ocultaba bellezas misteriosas, como si el pudor de la difunta no hubiese quedado suficientemente tranquilizado por las sombras protectoras del sepulcro.
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La muerta enamorada de Théophile Gautier
¡Desdichada, desdichada de mí!, jamás tu corazón será para mí sol, para mí, a quien resucitaste con un beso, para mí, Clarimonda la muerta, que forzó por tu causa las puertas de la tumba y viene a consagrarte su vida; recobrada para hacerte feliz.
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Cuentos fantásticos de Théophile Gautier
¡Año fatal, funesto, de hambre y miseria, de guerra con careta de paz, de malestar universal, de epidemias oscuras y traidoras, de ruina de haciendas y de crímenes sin castigo! ¡Año que debiera borrarse de la Historia!
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La novela de la momia de Théophile Gautier
Te doy Egipto entero con sus sacerdotes, sus ejércitos, sus campesinos, su pueblo innumerable, sus palacios, sus templos, sus ciudades; arrúgalo como un trozo de gasa; te conseguiré otros reinos más grandes, más hermosos, más ricos. Si el mundo no te basta, conquistaré planetas, destronaré a dioses.
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La novela de la momia de Théophile Gautier
Más cerca de la cordillera líbica, los barrios de los Memnonia, habitados por los evisceradores, los embalsamadores y los momificadores, hacían subir por el aire azul las rojizas humaredas de sus calderas de natrón: porque la tarea de la muerte nunca se detiene, y por más que la vida se expanda tumultuosa, se preparan vendas, se enmoldan cartonajes, se cubren ataúdes de jeroglíficos y algún cadáver frío, tendido en el lecho fúnebre con patas de león o de chacal, espera que le hagan su aseo de eternidad.
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La edad de la inocencia