Otra vida por vivir de Theodor Kallifatides
Me acordé del ave migratoria que había visto en el cielo solitario de Gotland. Había perdido a su bandada, pero no la dirección. El mismo problema tenía yo. Había perdido a mi bandada. La dirección que debía tomar, sin embargo, me la habían dado aquellos muchachos, su maestra, Olimpía Lampusi, y las palabras de Esquilo. Y este libro, el primero que escribo directamente en griego después de cincuenta años, es mi agradecimiento tardío para ellos, que me devolvieron a mi lengua, la única patria que todavía me queda y la única que no me heriría. |