Metrópolis de Thea von Harbou
Dondequiera que existan seres que aman está el jardín de Dios, y nadie tiene derecho a arrojarlos fuera. Ni siquiera Dios. Sólo su propio pecado.
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Metrópolis de Thea von Harbou
Dondequiera que existan seres que aman está el jardín de Dios, y nadie tiene derecho a arrojarlos fuera. Ni siquiera Dios. Sólo su propio pecado.
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