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La leyenda del hechicero. El aprendiz de Taran Matharu
Si no fuera por los hechiceros, tendríamos problemas muy graves. Puede que sean unos pedantes y se las den de listos, pero los necesitamos desesperadamente. Sus demonios vigilan las fronteras y nos informan de cuándo se avecina un ataque…,y, aparte de un cañón o un centenar de mosquetes, un demonio enorme es lo único que puede detener un rinoceronte de guerra. Cuando nos llueven bolas de fuego, los magos de batalla levantan sobre las primeras líneas un escudo, que ilumina el cielo como si fuera una cúpula de resplandeciente cristal. El escudo recibe una auténtica paliza y se resquebraja que da miedo durante toda la noche, pero lo peor que nos pasa es que no podemos dormir (…) Benditos sean esos sinvergüenzas engreídos.
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