Una educación de Tara Westover
Lo que pasa con las depresiones nerviosas es que, por muy evidentes que sean, nunca lo son para quienes las sufren. "Estoy bien -nos decimos-. Y qué más da que ayer viera la tele veinticuatro horas seguidas. No es que esté mal. Es que tengo pereza". No sé bien por qué preferimos considerarnos perezosos antes que pensar que estamos angustiados. El caso es que nos parece preferible. Más que preferible: vital.
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