El amor es todo menos sencillo de Tammara Webber
Él tragó saliva, cerrando los ojos e inhalando lentamente. Sabía que él iba a ser muy racional, a hacer lo correcto, que me alejaría de nuevo, aunque yo estaba decidida a no darle la más mínima oportunidad. Pero entonces abrió los ojos y dijo: —A la mierda. Me empujó contra la puerta, colocó los antebrazos a ambos lados de mi cabeza y me besó con más fuerza de lo que lo había hecho nunca, con tanta firmeza que pude sentir el pendiente del lado de su labio clavándose en la superficie del mío. |