![]() |
El infierno de Gabriel de Sylvain Reynard
—No te merezco —susurró él. —Tal vez. Tal vez no nos merezcamos el uno al otro. Pero puedo elegir a quien quiero amar. Y te he elegido a ti. |
Calificación promedio: 5 (sobre 99 calificaciones)
/![]() |
El infierno de Gabriel de Sylvain Reynard
—No te merezco —susurró él. —Tal vez. Tal vez no nos merezcamos el uno al otro. Pero puedo elegir a quien quiero amar. Y te he elegido a ti. |
![]() |
El infierno de Gabriel de Sylvain Reynard
El silencio puede ser más fuerte que el mal. Y me gusta pensar que, si no digo nada, la gente oirá el odio que sale de su boca con sus propios oídos, sin nada que los distraiga. Tal vez la bondad sea suficiente para mostrar el mal como lo que es, sin necesidad de reprimirlo con más mal.
|
![]() |
La promesa de Gabriel de Sylvain Reynard
Quería ser la musa de alguien. Quería ser venerada y adorada en cuerpo y alma. Quería ser la Beatriz de un Dante apuesto y noble y habitar con él para siempre en el Paraíso. Quería vivir una vida que rivalizara con la belleza de las ilustraciones de Botticelli.
|
![]() |
El infierno de Gabriel de Sylvain Reynard
TAN GENTIL Y TAN HONESTA LUCE mi dama cuando a alguien saluda, que toda lengua temblando enmudece, y no se atreven los ojos a mirarla. Ella pasa, sintiéndose alabada, benignamente de humildad vestida; pareciera ser algo venido del cielo a la tierra a mostrar un milagro. Se muestra tan agradable a quien la mira, que por los ojos procura al corazón gran dulzura, incomprensible para quien no la experimenta. Y parece que de sus labios surgiera un espíritu suave de amor pleno que al alma va diciendo: ¡Suspira! |
![]() |
El infierno de Gabriel de Sylvain Reynard
VE CLARAMENTE TODA SALUD quien a mi dama entre las damas mira; las que con ella van se ven obligadas de agradecer a Dios tan bella gracia. Y su belleza es de tanta virtud, que a las demás ninguna envidia alcanza, y así con ella las hace andar vestidas de gentileza, amor y fe. Verla vuelve a toda cosa humilde, y no solo ella se hace ver agradable sino que cada una por ella recibe honor. Y hay en sus actos tanta gentileza que nadie puede traerla a la memoria sin suspirar de dulzura y de amor. |
![]() |
El infierno de Gabriel de Sylvain Reynard
—Mi familia es como una novela de Dickens, Julia. No, peor. Somos una mezcla retorcida de Arthur Miller y de John Steinbeck, con una pizca de Dostoievski y de Tolstoi para darle sabor. —¿Tan grave es la cosa? —Sí. Me temo que hay también elementos de Thomas Hardy acechando bajo la superficie. Y sabes que odio a ese cabrón manipulador. |
![]() |
El infierno de Gabriel de Sylvain Reynard
Eres mi Beatriz. Me perteneces.—Gabriel, no soy tu Beatriz. No soy la Beatriz de nadie. Los delirios tienen que acabar.—Nadie tiene el monopolio de los delirios. Nuestra única esperanza es dedicar el tiempo que necesitamos a descubrir quiénes somos en realidad y decidir luego si es una realidad con la que ambos podamos convivir.
|
![]() |
El infierno de Gabriel de Sylvain Reynard
- Mañana seré expulsado del Paraíso, Beatriz. Nuestra única esperanza es que tú me encuentres. Búscame en el Infierno.
|
![]() |
El infierno de Gabriel de Sylvain Reynard
Me rogaste que te siguiera. Que te buscara en el infierno. Y ahí te encontré. Por mi, puedes quedarte eternamente.
|
![]() |
El éxtasis de Gabriel de Sylvain Reynard
Ella dio un paso adelante, insegura, pero la sensación de no llevar ropa interior le resultó agradable y liberadora. —Podría beberte como si fueras champán —susurró Gabriel. Ella se puso de puntillas para besarle la mejilla. —A ver si me enseñas tus trucos de seducción. —Sólo si tú me enseñas a amar. |
Lleva un nombre femenino que se ha convertido en símbolo de la adolescencia y la picardía