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Voces de Chernóbil de Svetlana Aleksiévich
—Los niños dibujaban Chernóbil. Los árboles en los cuadros crecían con las raíces hacia arriba. El agua en los ríos era roja o amarilla. Dibujaban algo y al verlo se ponían a llorar.
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Voces de Chernóbil de Svetlana Aleksiévich
—Los niños dibujaban Chernóbil. Los árboles en los cuadros crecían con las raíces hacia arriba. El agua en los ríos era roja o amarilla. Dibujaban algo y al verlo se ponían a llorar.
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Voces de Chernóbil de Svetlana Aleksiévich
—Allí todo te daba pena. Hasta las moscas te daban lástima, hasta los gorriones. Querías que todo viviera. Que las moscas volasen, que las avispas picasen, que las cucarachas corrieran.
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Voces de Chernóbil de Svetlana Aleksiévich
«No destruyáis los hormigueros, es una buena forma de vida distinta a la nuestra»,
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Voces de Chernóbil de Svetlana Aleksiévich
En nuestro grupo había una mujer. Una radióloga. Le dio un ataque de histeria al ver que los niños jugaban en la arena. Echaban barquitos a navegar en los charcos.
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Voces de Chernóbil de Svetlana Aleksiévich
«Mamá, me he imaginado la escena. La tierra de Chernóbil. Nuestra casa. Brilla el árbol de Año Nuevo. Y una gente sentada a la mesa cantando canciones revolucionarias, canciones de la guerra. Como si en su pasado no hubiera existido ni el gulag, ni Chernóbil». Y sentí pánico. No por mí, sino por mi hijo. No tiene ya a dónde regresar.
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Voces de Chernóbil de Svetlana Aleksiévich
Y de nuevo con el dosímetro: ahora junto a un plato de sopa de pescado, luego con una pastilla de chocolate, y después sobre unos bollos en un quiosco al aire libre. Era un engaño. Los dosímetros militares de los que entonces disponía nuestro ejército no estaban preparados para medir alimentos, solo podían medir la radiación ambiental.
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Voces de Chernóbil de Svetlana Aleksiévich
El olor a carne podrida me perseguía por las noches. «¿ Es posible que este sea el olor de una guerra atómica?», pensaba yo. La guerra debe oler a humo.
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Voces de Chernóbil de Svetlana Aleksiévich
De nuestra aldea han quedado tres cementerios: en uno descansan los hombres, es el viejo; en otro, los perros y los gatos que hemos abandonado y que se han sacrificado, y en el tercero están nuestras casas. Han enterrado incluso nuestras casas.
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Voces de Chernóbil de Svetlana Aleksiévich
Después de Chernóbil, el país perdió 485 aldeas y pueblos: setenta de ellos están enterados para siempre
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Voces de Chernóbil de Svetlana Aleksiévich
Después de Chernóbil, el país perdió 485 aldeas y pueblos: setenta de ellos están enterados bajo tierra para siempre
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Voces de Chernóbil de Svetlana Aleksiévich
Antes de Chernóbil, por cada 100.000 habitantes de Belarús se producían cerca de 82 casos de enfermedades oncológicas. Hoy, las estadísticas son las siguientes: por cada 100.00 habitantes, hay 6.000 enfermos. Esto quiere decir que se han multiplicado por 74.
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Voces de Chernóbil de Svetlana Aleksiévich
Debido a la constante acción de pequeñas dosis de radiación, cada año crece el número de enfermos de cáncer, así como de personas con deficiencias mentales, disfunciones psicológicas y mutaciones genéticas...
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Voces de Chernóbil de Svetlana Aleksiévich
"En las regiones de Gómel y Moguiliov (las más afectadas por el accidente de Chernóbil), la mortalidad ha superado a la natalidad en un 20 por ciento".
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Voces de Chernóbil de Svetlana Aleksiévich
Comprendí que Chernóbil está más allá de Kolimá y de Auschwitz (…) El hombre armado con el átomo. Toda la Tierra está en peligro.
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Voces de Chernóbil de Svetlana Aleksiévich
Esto es para miles de años (…) el uranio se desintegra en 238 semidesintegraciones. SI lo traducimos en tiempo, significa mil millones de años (…) 50, 100, 200 años… Más allá de esa cifra mi mente ya no puede imaginar, deja de comprender qué es el tiempo.
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Voces de Chernóbil de Svetlana Aleksiévich
Hubo un momento en que existió el peligro de una explosión termonuclear de hasta 3 megatones. Entonces no sólo habría perecido la población de Kiev y de Minsk, sino que no se hubiera podido vivir en una zona enorme de Europa.
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Voces de Chernóbil de Svetlana Aleksiévich
La zona… Allí la ciencia ficción cedió su lugar a la realidad.
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Defred, una de las pocas mujeres fértiles