Los muchachos de zinc de Svetlana Aleksiévich
Matar es fácil. Es sencillo. Yo creía que me desmayaría. La gente vuelve de la guerra, pero se desmayan en una sala de partos. La mujer no es una puerta por la que uno pueda entrar y salir. Hay dos mundos que han cambiado drásticamente mi vida: la guerra y la mujer. Me obligaron a pensar para qué yo, un repugnante trozo de carne, vine a esta tierra.
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