La guerra no tiene rostro de mujer de Svetlana Aleksiévich
La grabadora registra las palabras, graba las entonaciones. Las pausas. El llanto y el asombro. Me doy cuenta de que cuando una persona habla surge algo más grande, algo que supera lo que a continuación aparecerá sobre el papel. Me da pena no poder "grabar" los ojos, las manos. Viven su propia vida durante la conversación. Una vida separada. Tienen su propio "discurso".
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