Cuento de hadas de Stephen King
(...) y me senté junto a mi perra. Incluso en la penumbra, veía lo bien que estaba Radar, joven y fuerte. Me alegré. Tal vez os parezca una palabra insustancial, pero a mí no me lo parece. Creo que la alegría es algo muy muy importante. No podía apartar las manos de su pelo y maravillarme de lo denso que lo tenía.
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