Los ojos del dragón de Stephen King
Los consejeros de un rey se parecen mucho a los ciervos del parque privado de un monarca. A estos ciervos los cuidan, los mima y les da de comer en la mano. Tanto los consejeros como los ciervos domesticados llevan vidas placenteras, pero en muchas ocasiones he visto como el ciervo domesticado termina en la mesa del soberano cuando en el coto privado del reino no se conseguía un macho salvaje para los bistecs o el guiso de venado que debía ser servido por la noche. Cuando muere un rey, de una manera o de otra, sus viejos consejeros desaparecen.
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