Stephanie Garber
Había sangre. Mucha sangre, muchísima. Aquella debía de ser la razón de que él la contemplase con tanta frialdad, sin hacer ningún esfuerzo por mostrar la verdad ni con una simple mirada. Julián sabía que Legend lo castigaría por su traición. —Julián, por favor… —Scarlett cubrió la herida con las manos y se las empapó de rojo por segunda vez aquel día. —Está bien —tosió él con más sangre que le manchaba la boca—. Seguramente me lo merecía. —¡No digas eso! —Scarlett se arrancó la capa de los hombros y la presionó con fuerza contra el pecho de Julián en un intento por cortar la hemorragia—. Yo no lo creo, ni tampoco creo que esto deba acabar así. —Entonces no permitas que acabe aquí. Ya te lo he dicho… no merezco que llores. —Julián levantó el brazo para apartarle una de las lágrimas, pero la mano se le volvió a caer antes de tocarla. —¡No! No te rindas —le suplicó Scarlett—. Por favor, no me dejes. —Tenía muchas otras cosas que quería decirle, pero se temía que si se despedía de él, a Julián le resultaría más sencillo dejarse ir—. No puedes abandonarme. ¡Me dijiste que me ayudarías a ganar el concurso! —Te mentí… —Le temblaron los ojos—. Yo… —¡Julián! —chilló Scarlett, y empujó con más fuerza sobre su pecho al ver que era más la sangre que empapaba la capa y le cubría las manos—. Me da igual que mintieses. Si no te mueres, te lo perdonaré todo. Los ojos de Julián se cerraron, como si no la oyese. —Julián, por favor, no dejes de luchar. Llevas el concurso entero peleándote conmigo, no pares ahora. Lentamente, sus párpados se abrieron. Por un instante pareció como si regresara con ella. —Te mentí sobre la herida que me hice en la cabeza —farfulló—. Quería que recuperases los pendientes, pero el hombre era más fuerte de lo que aparentaba… Me metí en un pequeño lío. Aunque mereció la pena por verte cara… —El fantasma de una sonrisa le movió los labios—. Debería haberme mantenido lejos de ti… pero de verdad quería que lo lograras… quería que… La cabeza de Julián cayó hacia atrás. —¡No! —Bajo sus manos, Scarlett sintió que el pecho del joven se desinflaba una última vez—. Julián. Julián. ¡Julián! Hizo fuerza con las manos sobre su corazón, pero nada se movía. Scarlett no sabía cuántas veces había repetido su nombre. Lo dijo como una oración. Una súplica. Un susurro. Un adiós. |