El Clan de las Serpientes: 1 de Steffany Kennels
Con unos botines rojos, aquellas medias , lo que la pequeña falda dejaba a la imaginación esas piernas largas que parecían estar cinceladas por un escultor, sus caderas, su perfecto torso sin un ápice de grasa y ese turgente pecho que se dejaba entrever bajo los movimientos de su melena, era la mismísima reencarnación del pecado.
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