Sueños olvidados y otros relatos de Stefan Zweig
Nunca he comprendido tan bien y amado tanto Berlín como entonces, porque igual que en esta cálida y exuberante colmena humana, cada célula en mí pugnaba por una rápida expansión; ¡la impaciencia de toda juventud vigorosa dónde hubiera podido descargarse mejor que en el regazo de esta ardiente mujer gigantesca, en esta ciudad impaciente y desbordante de fuerzas! Con violencia me atrajo a sí, yo me entregué a ella, descendí a sus venas, mi curiosidad recorrió excitada todo su cuerpo de piedra y, sin embargo, cálido.
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