Diario de un seductor de Sören Kierkegaard
¿Se puede añorar acaso lo que se posee? Sí, porque se piensa que en el momento siguiente quizá ya no se tenga. Mi añoranza es una impaciencia eterna. Sólo si yo hubiera vivido ya toda una eternidad y seguro que tú me pertenecías en cada uno de los instantes, sólo entonces, retornando a ti y reviviéndola entera contigo, no necesitaría yo impacientarme con la nostalgia de que tú estuvieras un momento separada de mi lado, sino que sería el hombre más feliz y confiado, teniéndote siempre a mi vera. |