Diario de un seductor de Sören Kierkegaard
No te llamo mío, porque comprendo muy bien que nunca fuiste mío y he sido castigada duramente por haber dejado que mi alma se deleitara una vez con esta idea. Y, sin embargo, he de llamarte mío: mi seductor, mi engañador, mi enemigo, mi asesino, el origen de todos mis males, la fosa de mi alegría y el abismo de mi infortunio.
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