Mil besos prohibidos de Sonsoles Ónega
Costanza lo dejó marchar con las manos en los bolsillos, la mirada perdida en el suelo y el remordimiento sobre los hombros.
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Mil besos prohibidos de Sonsoles Ónega
Costanza lo dejó marchar con las manos en los bolsillos, la mirada perdida en el suelo y el remordimiento sobre los hombros.
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