Todo cuanto amé de Siri Hustvedt
Me aferró el antebrazo con la mano y lo sacudió. Aquel súbito gesto de camaradería, de afecto incluso, me inundó de un peculiar regocijo. He pensado a menudo en ello, porque aquel pequeño intercambio de sombras alteró el curso de mi vida y señala el momento en que una conversación divagadora entre dos hombres experimentó un giro irrevocable hacia la amistad.
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