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Solo una aventura de Simona Ahrnstedt
—Ambra, tú también las tendrás, supongo —oyó decir a Jill. —Disculpa, no te he oído, ¿de qué estáis hablando? —De amenazas en la red —repitió Jill. —Se refiere a las porquerías que le mandan por Instagram —explicó Mattias. —Nos afecta a todos —convino—, tanto a los periodistas como a los artistas, pero sobre todo a las mujeres. Y si además eres joven, puede resultar insoportable. —Pero, ¿qué se puede hacer para evitarlo? —preguntó Mattias con una arruga en el entrecejo. —Las amenazas y el odio contra las mujeres no son lo prioritario —Jill parecía conocer bien el tema—. Tengo un troll en la red que me suele amenazar con cortarme los pechos y violarme. La última vez dijo que lo haría con un martillo y una botella rota. La policía siempre archiva el caso, así que ya no lo denuncio. |
Solo una aventura de Simona Ahrnstedt
El otoño anterior había regresado de entre los muertos.Pero hasta ese momento no había vuelto a sentirse vivo.
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Solo una aventura de Simona Ahrnstedt
—Muchas veces me siento como una especie de extraterrestre —resumió. —Tienes que ser tú misma. Hay muchos hombres estúpidos, así que tiene que haber muchas mujeres estúpidas para ellos. —Eso suena poco solidario. —No puedes ser solidaria con la gente solo porque sean de tu mismo género. Y la estupidez no tiene que ver con el sexo, está en todas partes. —Pero ¿por qué crees que algunas mujeres tienen tanta facilidad para conocer a alguien? —preguntó. Eso era lo que de verdad quería saber. —Para ser sincera, creo que muchos simplemente se conforman —respondió Elsa, y después se levantó para coger la botella de jerez. |
Solo una aventura de Simona Ahrnstedt
Dos hombres de mediana edad se encaminaban hacia ella gesticulando y hablando en voz alta, vestidos con pantalones de traje debajo de unos chaquetones de invierno llamativamente modernos. Continuaron su camino directos a ella. Ambra se hizo a un lado de la acera, pero ellos no se desviaron y siguieron ocupando todo el espacio, hasta que en un momento dado ella tuvo que bajarse a la calzada para evitar que la arrollaran. Se volvió y los miró. Ellos siguieron como si fueran los dueños de la acera y del mundo. Con actitud altanera, se alejaron riendo y dándose golpecitos en la espalda. Una vez leyó un estudio sobre ese fenómeno, que decía que las mujeres solían apartarse cuando se cruzaban con alguien. Se preguntó si esos hombres serían de los que, cegados por su propio comportamiento y autosuficiencia, bromeaban en Facebook acerca de que la gente debería comprometerse en cuestiones importantes en lugar de una imaginaria desigualdad
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Solo un secreto de Simona Ahrnstedt
Empezar a salir con Peter había sido un grave error. Ella, que solo sabía pensar, planear y analizar, se había dejado llevar. Creía que se controlaba a sí misma y a sus emociones. Pensaba que ser tan distintos en todos los aspectos la protegería a la hora de hacerse ilusiones. Se equivocó, evidentemente, porque estaba inquieta desde el momento que la besó.
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Solo esta noche de Simona Ahrnstedt
-Es cierto, por extraño que parezca. No habló mucho de sí mismo. -¿Quieres decir que estuviste almorzando con un financiero que no intentó impresionarte? Debe de ser único en el mundo. Natalia dio la vuelta a la etiqueta y la contempló con ojos de asombro. -Me pareció bastante agradable. Seguro de sí mismo pero no engreído. -¿Y guapo y atractivo? -Eso también -respondió Natalia sin levantar la vista. "Natalia, bonita, ese hombre te gusta" |
Solo esta noche de Simona Ahrnstedt
-Es cierto, por extraño que parezca. No habló mucho de sí mismo. -¿Quieres decir que estuviste almorzando con un financiero que no intentó impresionarte? Debe de ser único en el mundo. Natalia dio la vuelta a la etiqueta y la contempló con ojos de asombro. -Me pareció bastante agradable. Seguro de sí mismo pero no engreído. -¿Y guapo y atractivo? -Eso también -respondió Natalia sin levantar la vista. "Natalia, bonita, ese hombre te gusta" |
Solo esta noche de Simona Ahrnstedt
-Te llamaré para decirte cómo me ha ido -dijo de forma escueta. Asa se quedó mirándola un momento. -Escúchalo aunque solo sea para ver qué quiere -dijo al fin-. No te vendrá mal. Muchas harían cualquier cosa para trabajar con David Hummar. O para llevárselo a la cama. -¿No te parece demasiado arriesgado que me vean con él? -preguntó Natalia, y enseguida se detestó el tono inseguro de su voz. -Claro que es arriesgado -respondió Asa-. Es rico y peligroso, y su padre le odia. ¿Qué más puedes pedir? -¿Debería cancelar la cita? Su amiga chasqueó la lengua y sacudió la cabeza. -Una vida sin riesgo no es vida. |
Solo un secreto de Simona Ahrnstedt
—Me siento diferente aquí. Y tus amigos seguramente son buenas personas, pero ¿no te das cuenta de cómo me miran? He servido en fiestas en las que ellos estaban como invitados, ¿sabes? Y ahora no me reconocen. La verdad es que quisiera volver a casa. La desesperación lo embargó. Y la vergüenza al ver la inseguridad de ella. Era como si él la hubiera expuesto a aquello. Quería ofrecerle un buen día pero había fracasado. Gina tenía razón, era un idiota. —Lo siento —(…)—. No me di cuenta de que podía pasar esto. Perdóname, Gina. Se pasó la manos por el pelo y sintió que las lágrimas le quemaban la garganta. Todo lo que hacía le salía mal. Debería haberlo sabido. Tendría que haberla protegido, haberse puesto en su lugar. |
Solo un secreto de Simona Ahrnstedt
Pero ahora… Era evidente que Isobel había tenido una relación con ese médico presuntuoso. Aunque nunca se rebajaría a sentir los celos, había algo que no encajaba. Isobel estaba rígida y llevaba un rato sin decir nada. Sebastien, por el contrario, no cesaba de hablar. —Chérie, me sorprende. No es tu tipo. —Tonterías, soy el tipo de todas —dijo Alexander. |
Solo un secreto de Simona Ahrnstedt
—Tengo que decirte que estoy un poco decepcionado. Suponía que ibas a limpiarme la herida y atenderme con simpatía. ¿No vas a ponerme la mano en la cabeza al menos? ¿Estás segura de que de verdad eres médica? Isobel sonrío. Juntó los dedos lentamente hasta que formaron un triángulo y sus ojos brillaron. —Si quieres puedo cortarte algo. O coserte algo; soy muy buena con el bisturí y el aguja de sutura aunque no sea cirujana. ¿o tal vez te gustaría que he hiciera un reconocimiento que incluya guantes de goma y, como mínimo, un dedo índice? El ahogó una risa cuando ella miró de forma elocuente la caja de guantes desechables. —Por más erótico que suene, creo que me abstengo. |
Gregorio Samsa es un ...