Solo un secreto de Simona Ahrnstedt
—Tengo que decirte que estoy un poco decepcionado. Suponía que ibas a limpiarme la herida y atenderme con simpatía. ¿No vas a ponerme la mano en la cabeza al menos? ¿Estás segura de que de verdad eres médica? Isobel sonrío. Juntó los dedos lentamente hasta que formaron un triángulo y sus ojos brillaron. —Si quieres puedo cortarte algo. O coserte algo; soy muy buena con el bisturí y el aguja de sutura aunque no sea cirujana. ¿o tal vez te gustaría que he hiciera un reconocimiento que incluya guantes de goma y, como mínimo, un dedo índice? El ahogó una risa cuando ella miró de forma elocuente la caja de guantes desechables. —Por más erótico que suene, creo que me abstengo. |